Tarde
en este banco de plaza
con un libro faldero
buscando los modos
espinosos,
las sombras,
una clave memoranda
tratando mi lugar.
Dejen bajar ese gorrión apurado
que me interrumpe,
risas de chicos desde las hamacas,
el taconear de pasos antiguos,
la voz sonante del vendedor de globos
y mi madre peinándome a la gomina.
No me distraigan de Borges.
Más allá del cordón pasan camiones
con mercancías,
los bocinazos se atropellan,
la vieja calesita a sangre deja oír una ranchera
y los labradores sacan a pasear a las señoras
y los bastones acompañan a los jubilados
y los barriletes remontan a los felices.
Ese cascarudo que se revuelca en la hojarasca
no me deja concentrar,
las hojas bordó del ciprés cubrieron la playa
aunque la sinfonía de metáforas sigue oculta
en el caminito de las hormigas.
Déjenme abandonar "El libro de arena"
en el banco.
Alguien vendrá a retomar aquel pasado
y lo que sigue,
alguien vendrá desde aquella época
a ver esta tierna unidad del infinito
y ese incesante tránsito
de mercancías
por la calzada
...desfilando...
Déjenme ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario