por Petronio
martes, 5 de octubre de 2010
CUENTOS CORTOS
Se le atribuye a Petronio una notable novela en prosa y verso titulada El Satiricón, de la cual se conservan algunos fragmentos.
El Satiricón narra las aventuras de tres jóvenes y un viejo poeta, e incluye algunos cuentos milesios. El estilo poético de Petronio es parecido al de Ovidio, aunque sus antecedentes prosaicos se hallan en Aristófanes. El Satiricón es el primer ejemplo de novela picaresca en la literatura europea, y puede considerarse el modelo de novelas posteriores. Ofrece una descripción única y franca de la vida en el siglo I d. C. A pesar de que su narrador se expresa en el mejor latín, la obra es especialmente valiosa por los coloquialismos en los diálogos de muchos personajes que ofrecen un interesante objeto de estudio sobre el latín vulgar de la época.
El hombre lobo es también llamado licantropo que proviene de la licantropía. La licantropía es la mitología, la habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo o en licántropo. El término «licantropía» viene del griego antiguo lykánthropos (λυκάνθρωπος): λύκος, lýkos ('lobo') + άνθρωπος, ánthrōpos ('hombre'). La palabra también se puede utilizar para referirse al acto de transformar a otro humano en lobo.
Si bien creemos que estas historias están relacionadas con el cine o la era moderna, no es así... este relato breve de Petronio nos hace pensar que su origen quizás pueda estar más cerca de los comienzos de la humanidad, que de la época actual.
Con ustedes, el relato.
[Minicuento. Capítulo LXII del Satiricón.]
por Petronio
por Petronio
Logré que uno de mis compañeros de hostería -un soldado más valiente que Plutón- me acompañara. Al primer canto del gallo, emprendimos la marcha; brillaba la luna como el sol a mediodía. Llegamos a unas tumbas. Mi hombre se para; empieza a conjurar astros; yo me siento y me pongo a contar las columnas y a canturrear. Al rato me vuelvo hacia mi compañero y lo veo desnudarse y dejar la ropa al borde del camino. De miedo se me abrieron las carnes; me quedé como muerto: Lo vi orinar alrededor de su ropa y convertirse en lobo.
Lobo, rompió a dar maullidos y huyó al bosque.
Fui a recoger su ropa y vi que se había transformado en piedra.
Desenvainé la espada y temblando llegué a casa. Melisa se extrañó de verme llegar a tales horas.
-Si hubieras llegado un poco antes -me dijo- hubieras podido ayudarnos: Un lobo ha penetrado en el redil y ha matado las ovejas; fue una verdadera carnicería; logró escapar, pero uno de los esclavos le atravesó el pescuezo con la lanza.
Al día siguiente volví por el camino de las tumbas. En lugar de la ropa petrificada había una mancha de sangre.
Entré en la hostería; el soldado estaba tendido en un lecho. Sangraba como un buey; un médico estaba curándole el cuello.
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