lunes, 29 de marzo de 2010

HISTORIA SEGÚN... ADÁN

Algo tan holandés como un tulipán...

Por Eduardo Leira
Los tulipanes son originarios del Asia Central, adonde crecían naturalmente en forma silvestre. La palabra tulipán proviene del francés "turbend" que a su vez es una deformación del turco "tülbent" que significa turbante. Aunque han sido halladas evidencias del uso ornamental en el Al-Ándalus del siglo XI que indican una introducción en Europa más remota en el tiempo, sabemos que en Turquía se cultivan tulipanes desde el año 1000 de nuestra era, pero en la actualidad generalmente los vemos asociados con Holanda, en donde el comercio de tulipanes fue bautizado "tulpenwindhandel". Esta palabra quiere decir "Comercio del Viento de Tulipanes" y todo comenzó en agosto de 1593, cuando el botánico Carolius Closius recibió un bonito obsequio de su amigo Ogier Ghiselain de Busbecq, quién era embajador de Austria en Constatinopla.
Se trataba de los bulbos de tulipán que Carolius Closius, quién había trabajado en los Jardines Imperiales de Viena pero ahora vivía en Leiden, plantó en otoño. En la primavera de 1594 vio crecer los primeros tulipanes en Holanda. Hoy día, a más de 400 años de aquellos hechos, los tulipanes de Closius están considerados cómo el origen de esta industria que continúa pujante y reporta tan buenos ingresos a la economía holandesa, en donde se plantan sobre unas 7000 Ha que están comprendidas en una franja entre Haarlem y Leiden. Allí se produce el 88% de los tulipanes del mundo y florecen entre enero y abril, cuando el espectáculo es completo, especialmente en el jardín Keukenhof cercano a Amsterdam, el parque floral más maravilloso del mundo.
Rápidamente las hermosas flores de Closius se convirtieron en símbolo del estatus social y para 1600 ya se vendían por peso estimado, aún antes de ser cosechadas. Clusius comenzó a cultivar tulipanes de variedades exóticas: sin embargo, celoso de su colección, los mantenía ocultos. Pero una noche alguien penetró en su jardín y robó sus bulbos. El suelo arenoso holandés, ganado al mar, resultó ser el idóneo para el cultivo de la planta... el tulipán se extendió por todo el territorio. Este comercio especulativo comenzó a irse de las manos y a provocar enormes conflictos y problemas, dada la relativa facilidad de mutar en colores del tulipán tras el ataque de un virus y la ambición de los comerciantes, que los llevó a invertir fortunas para obtener un color en particular y en exclusividad.
Carolius Clusius
La Gran Excursión de los Tulipanes (11/1636 al 2/1637)
A pesar de que los botánicos intentaron controlar el proceso por el cual los tulipanes monocromos se convertían en multicolores, los horticultores holandeses no fueron capaces, de manera que lo aleatorio del exotismo contribuyó a elevar progresivamente el precio de cada bulbo. Las variedades más raras eran bautizadas con nombres de personajes ilustres y almirantes de prestigio. En la década de los años veinte del siglo XVII el precio del tulipán comenzó a crecer a gran velocidad. Se conservan registros de ventas absurdas: lujosas mansiones a cambio de un sólo bulbo, o flores vendidas a cambio del salario de quince años de un artesano bien pagado. En 1623 un sólo bulbo podía llegar a valer 1.000 florines neerlandeses: una persona normal en Holanda tenía unos ingresos medios anuales de 150 florines. Durante la década de 1630 parecía que el precio de los bulbos crecía ilimitadamente y todo el país invirtió cuanto tenía en el comercio especulativo de tulipanes. Los beneficios llegaron al 500%.

                                                              Dibujo de la época del tulipán Semper Augustus
En 1635 se vendieron 40 bulbos por 100.000 florines. A efectos de comparación, una tonelada de mantequilla costaba 100 florines, y ocho cerdos 240 florines. Un bulbo de tulipán llegó a ser vendido por el precio equivalente a 24 toneladas de trigo. El record de venta lo batió el Semper Augustus: 6.000 florines por un sólo bulbo, en Haarlem.
En 1636 se declaró una epidemia de peste bubónica que diezmó a la población holandesa. La falta de mano de obra multiplicó aún más los precios, y se generó un irresistible mercado alcista. Tan enorme era la onda, que se creó un mercado de futuros, a partir de bulbos aún no recolectados. Ese fenómeno fue conocido como windhandel, "negocio de aire", y se popularizó sobre todo en las tabernas de las pequeñas ciudades, a pesar de que un edicto estatal de 1610 había prohibido el negocio por las dificultades de ejecución contractual que generaba. Pese a la prohibición, los negocios de este tipo continuaron entre particulares. Los compradores se endeudaban y se hipotecaban para adquirir las flores, y llegó un momento en que ya no se intercambiaban bulbos sino que se efectuaba una auténtica especulación financiera mediante notas de crédito. Se publicaron extensos y bellos catálogos de ventas, y los tulipanes entraron en la bolsa de valores. Todas las clases sociales, desde la alta burguesía hasta los artesanos, se vieron implicados en el fenómeno.
Charles Mackay cuenta una historia de la época:
"Un rico mercader había pagado 3.000 florines por un raro tulipán Semper Augustus, y éste desapareció de su depósito. Tras buscarlo vio a un marinero (que había confundido el bulbo con una cebolla) comiéndose el tulipán. El marinero fue detenido de inmediato y condenado a seis meses de prisión."
Final de la Excursión.
En 1637, el 5 de febrero, un lote de 99 tulipanes de gran rareza se vendió por 90.000 florines: fue la última gran venta de tulipanes. Al día siguiente se puso a la venta un lote de medio kilo por 1.250 florines sin encontrarse comprador. Entonces la burbuja estalló. Los precios comenzaron a caer en picado y no hubo manera de recuperar la inversión: todo el mundo vendía y nadie compraba. Se habían comprometido enormes deudas para comprar flores que ahora no valían nada. Las bancarrotas se sucedieron y golpearon a todas las clases sociales. La falta de garantías de ese curioso mercado financiero, la imposibilidad de hacer frente a los contratos y el pánico llevaron a la economía holandesa a la quiebra. La situación fue tal que el gobierno holandés había tratado de mediar, estableciendo unas normas que consideraban nulos los contratos realizados a partir de noviembre de 1636, y que establecían que los contratos de futuros debían ser satisfechos con un 10% de la cantidad establecida inicialmente. Sin embargo, estas medidas no dejaron contento a nadie: los compradores se veían obligados a pagar por algo que ya no tenía valor, y los vendedores tenían que vender a un precio menor que el acordado.
La explosión de la burbuja dejó, como siempre ocurre, vencedores y vencidos. Vencieron aquellos que se salieron justo antes de la explosión, acumulando grandes beneficios. Perdieron quienes habían liquidado su patrimonio para especular con bulbos y al final se quedaron con tulipanes y sin casa. Y perdió el país, que durante años se vio sumido en una importante depresión económica.

Epilogo
Plantar tulipanes a finales del otoño es sencillo y verlos florecer en primavera es maravilloso.
Sus bulbos deben plantarse espaciados, según el efecto que se desee, sin tocarse entre si, siempre con las raíces hacia abajo y a una profundidad de dos a tres veces el tamaño del bulbo. Actualmente existen más de cien especies de tulipanes y varios cientos de variedades. Necesitan sol al menos cuatro horas al día.

Feliz cosecha.

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