domingo, 30 de mayo de 2010

RELATOS Y LEYENDAS...

LOS GUARDAPARQUES


Cuentan  que cuando sus contertulios visitaron a Yepito, que estaba enfermo terminal a causa del abuso del tabaco, que no sacaba de su boca, desde las horas del alba hasta las del anochecer, exhalando un humo oloroso y denso que iba directamente a sus pulmones, provocándole un daño irreparable que finalmente le causaría la muerte, los asistentes le pidieron que volviera a contarles la vieja anécdota de cuando habló con Tío Tigre en persona.
La cosa fue  así, dijo Juan Yepito- Hace ya muchos años cuando yo era el mejor cazador de tigres, imagínese que en una ocasión maté a los tres tristes tigres que tragaban trigo en tres tristes trastos con un solo cartucho de mi escopeta fui contratado, en  esas calendas,  para matar al tigre malibú, el de la pinta menudita, que estaba cebado en los hatos de los predios colindantes con lo que hoy es la Reserva de Flora y Fauna de los Colorados. Los dueños del ganado, que eran muchos, me ofrecieron todos los cartuchos que quisiera con el propósito de que aligerara mi encomienda, les dije que sólo necesita tres, pero con la condición de que estuvieran rezados por un buen rezandero, para no perder pólvora en gallinazos-
-Busca el rezandero que quieras, dijeron ellos, nosotros sólo queremos acabar con ese tigre malvado que mata a nuestras reses. Le solicité los servicios a mi primo Lencho que era tan buen rezandero como yo cazador de tigres. Él me rezó los cartuchos, pero me dijo que ninguno de ellos serviría para cazar al tigre malibú, que por eso no me cobraba nada, para que no dijera después que aquí las puse y no las encontré. – No sabes con quien estás hablando Lencho, le dije, yo soy de los que donde ponen el ojo ponen el plomo – Sí sé con quién hablo, dijo mi primo, lo que pasa es que el tigre malibú no es tigre, y no me preguntes más, porque hasta aquí llegamos.
Yo salí bien temprano con mi escopeta cargada y mi perrita “Peor es Na” que recordaba la “sarna perrosa” de Carrasquilla. No eran las tres de la mañana cuando ya estaba apostado en el lugar adecuado para darle caza al fiero animal. Experimenté  gran sorpresa y algo de susto cuando oí una conversación, donde para mis cálculos, no debería haber persona alguna. Afiné el oído, y mi susto aumento cuando descubrí al tigre malibú con su pareja y sus cachorros intrincados en una conversación familiar:
El tigre, decía: Óiganme mujer y mis dos cachorritos, yo nunca he querido hacer daño a nadie, pero estoy en la obligación de traer comida para todos ustedes y me veo en la penosa necesidad de matar vacas y terneros; a me duele más que a ellos, pero los hombres han invadido mis terrenos y no me dejan cazar a los animales montaraces que siempre me han servido como alimento. Es una ley de Dios que cada animal obtenga su sustento y que se lo procure sin perjudicar a las otras especies, pero el hombre ha olvidado todas las leyes divinas y tiene, como dijo el Lobo de Gubbio, mala levadura, y “empecé a ver en todas las casa la Envidia, la Saña, la Ira”. Papá, dijo uno de las cachorros, si es necesario para que tú no mates que nos volvamos herbívoros lo haremos. El tigre, su mujer y los dos cachorritos se pusieron a llorar copiosamente mientras el viejo tigre decía, miren mis hijitos que hasta mi voz, para ustedes apacible y meliflua, la tengo que engrosar hasta hacerla amenazadora para atemorizar al hombre que es perverso sin medidas.   
Fue entonces cuando me atreví a decir, oye tigre yo soy Juan Yepito, el cazador de tigres, que te quería matar.- Habla Yepito, que yo desde hace rato te estoy columbrando, esperando para saber qué haces por aquí tan temprano.
Juan Yepito dijo- Vine a matarte, pero ahora que escuché tus razones, te prometo que nunca más daré caza a uno de tu especie, inclusive Tío Tigre, voy a proponerle a los hombres que formen escuadrones de cuidanderos del bosque para que tú y los demás animales tengan seguridad en estos parajes que admito que les pertenecen. Fue así como hablé con Tío Tigre y como le propuse a las autoridades la creación de los “Guardaparques de la Reserva de Flora y Fauna de los Colorados”.
Tío Tigre me dijo: Yepito, te agradezco tus buenas intenciones, pero son muy pocos los hombres que piensan de ese modo-; y yo le dije: - Ya verás, ya verás. 


Reinaldo Bustillo Cuevas

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